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Cabrera: Mensaje de las piedras

1. Existió otra humanidad

1.3. BIOLOGÍA PREHISTÓRICA EN PIEDRAS GRABADAS

Piedra grabada con una hembra de un
                estegosaurio
Piedra grabada con una hembra de un estegosaurio

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Presentación de Michael Palomino (2012)


de: Javier Cabrera Darquea: El mensaje de las piedras grabadas de Ica; edición privada, quinta edición 1991; avenida Bolívar 170, plaza de Armas, Ica, Perú. tel. 231933 / 234363;


<Capítulo I:

EXISTIÓ OTRA HUMANIDAD

1.3. BIOLOGÍA PREHISTÓRICA EN PIEDRAS GRABADAS (p.42-50)

[El megaquiróptero: murciélagos gigantes - es mamífero pero hay huevos grabadas en las piedras]

Piedras
                    grabadas mostrando murciélagos gigantes (01)
Piedras grabadas mostrando murciélagos gigantes (01) (p.44)

Piedras grabadas mostrando
                    murciélagos gigantes (02)
Piedras grabadas mostrando murciélagos gigantes (02) (p.45)

Seis piedras grabadas de una serie de 48 que contienen la representación del ciclo reproductivo del megaquiróptero ("murciélago gigante"), animal que existió hace 63 millones de años. Estas piedras informa que el megaquiróptero no se reproducía como los mamíferos - como afirma la Paleontología - sino como el ave. (p.45)


De acuerdo con los hallazgos de la Paleontología se sabe que el megaquiróptero fue un animal de grandes proporciones, alas membranosas y larga cola El único animal que actualmente se le parece, aunque de dimensiones reducidas, es un tipo de murciélago que vive en las selvas de Australia y África, singularizado por ser entre las especies de murciélago el único que posee cola. Los murciélagos son mamíferos y por lo tanto nacen después de haber completado su proceso de gestación en el organismo de la hembra, son, pues, vivíparos. Dado el parecido que tiene el murciélago con lo que fue el megaquiróptero, la Paleontología afirma que este "murciélago" arcaico fue también mamífero vivíparo. Sin embargo, el estudio de una serie constituida por cuarentiocho piedras me reveló la presencia de un animal que partiendo de una forma simple se iba complicando a lo largo de las cuarentiocho piedras hasta adquirir lo que supuse era su forma completa y que logré identificar con un animal reconstruido por la Paleontología, el megaquiróptero. Evidentemente me hallaba ante la representación gráfica de lo que podía entenderse como las diferentes fases por la que atravesaba este animal para adquirir su forma completa. La presencia de huevos graficados en la cola de este animal en cada una de las fases, me llevaron a la conclusión de que era una representación simbólica de la simultaneidad de cada fase con la presencia del huevo. y esto a su vez no podía significar sino que había habido la intención de dejar  establecido que el ciclo reproductivo de este animal se daba dentro del huevo, en forma semejante al ciclo del ave antes de nacer.

Asombrosamente me hallaba ante un hecho que contradecía en este punto a la Paleontología: el hecho que revelaba que el megaquiróptero había sido un animal no precisamente vivíparo como el murciélago, sino ovíparo (véase las fotos de las piedras que informan sobre el ciclo reproductivo del megaquiróptero).

[El dinosaurio Estegosaurius]

Por otro lado, la Paleontología refiere que el dinosaurio fue el animal que alcanzó las más grandes dimensiones entre los animales arcaicos que existieron sobre la Tierra. Refiere asimismo que era ovíparo y que la hembra ponía los (p.42) huevos en la arena para que calentados por el calor solar desarrollaran las crías, en forma semejante a como se reproducen actualmente los reptiles, que, después de incubarse dentro del huevo, nacen completos. Los testimonios encontrados de este animal han sido esqueletos y huevos fosilizados, así como también huellas de su piel y de sus pisadas en rocas ígneas (rocas volcánicas) mesozoicas. Pero en una piedra grabada encontré una sucesión de figuras dispuestas en todo el contorno y que concluía en las figuras de dos dinosaurios adultos junto a otro muy pequeño, a los que identifiqué como pertenecientes a la especie estegosaurio (10).

(10) En la época en que hice este hallazgo yo poseía también piedras cuyos grabados muestran ciclos reproductivos correspondientes a otras especies de dinosaurios, tales como las del tiranosaurio, parasaurolopus, lambeosaurio, brontosaurio, triceratops. Mis investigaciones de todo lo referente a los conocimientos grabados sobre distintas especies de dinosaurio las recojo en un libro que daré a conocer oportunamente.

Indudablemente se trataba del macho (6 en Fig. 11), la hembra (5 en Fig. 12) y su cría (4 en Fig. 13).

Piedra
                    grabada con un macho de un estegosaurio
Piedra grabada con un macho de un estegosaurio (p.46)

Piedra grabada con una hembra
                    de un estegosaurio
Piedra grabada con una hembra de un estegosaurio (p.46)

Piedra grabada con la cría de
                    estegosaurios
Piedra grabada con la cría de estegosaurios (p.46)


Las otras figuras sucesivas partían de los anfibios (1 en Fig. 14),

Piedra
                    grabada con una larva de un anfibio
Piedra grabada con una larva de un anfibio (p.47)

continuaba en una Figura semejante pero con dos patas (2 en Fig. 15)

Piedra
                    grabada mostrando una larva avanzada de un anfibio
Piedra grabada mostrando una larva avanzada de un anfibio (p.47)

y concluía en una forma muy pequeña de reptil con cuatro patas (3 en Fig. 16).

Piedra
                    grabada mostrando un reptil pequeño, (p.47)
Piedra grabada mostrando un reptil pequeño, (p.47)


[Conclusión: metamorfosis había en remoto pasado ya]

Esta sucesión de figuras revela así un fenómeno biológico conocido: la metamorfosis. Este hallazgo era sorprendente porque los estudios paleontológicos afirmaban que los dinosaurios se reproducían en igual forma que los reptiles actuales, es decir, nacían del huevo completamente formados. Bien se sabe que la metamorfosis es propia de los anfibios y que éstos, a diferencia de los reptiles, no nacen completos al salir del huevo, sino que luego tienen que pasar por una sucesión de cambios en su organismo, la metamorfosis, que se inicia en un estado larvario y concluye en el individuo formado, estado a partir del cual sólo le falta crecer para llegar a ser adulto. Precisamente (p.43) la identificación que hice de la metamorfosis grabada en esta piedra me permitió distinguir la hembra del macho en los dinosaurios adultos: el estado larvario inicial de la cría aparecía dibujado sobre el dorso de uno de los adultos, mientras que sobre el otro se había dibujado una fase más avanzada de la cría (larva con dos patas). Lo primero lo entendí como la intención de señalar el dinosaurio de donde había salido la cría y esto sólo podía corresponder a la hembra. La identificación la reafirmé recurriendo a un fenómeno biológico, el dimorfismo sexual, que se da en muchas especies de animales y que consiste en que el macho es más grande que la hembra.

[Conclusión: había hombres ya a partir de la primera edad del agnato - las teorías de la ciencia "cristiana" no salen más]

Respecto del agnato, había llegado a mi poder una serie integrada por 205 piedras que informaban sobre su ciclo reproductivo. Después de un estudio minucioso advertí que el ciclo era el de la metamorfosis. Con una prolijidad extraordinaria, el hombre que había grabado estas piedras había ilustrado en cada una un aspecto de la metamorfosis de este pez arcaico. Este conocimiento era ignorado por la Paleontología, la que a lo sumo había llegado a tener sólo una idea de la configuración física de este animal a través de unos cuantos especímenes fosilizados encontrados en los suelos arcaicos correspondientes al período Devónico (hace 405 millones de años) en la era Paleozoica.

Estos hallazgos estaban revelando, pues, lo siguiente: que el hombre había existido desde una antigüedad tan insospechada como la que señalaba su coexistencia con el agnato, en la era más arcaica, la Paleozoica; que la existencia del hombre se había dado también en las eras Mesozoica y Cenozoica, a juzgar por su coexistencia - revelada en las piedras - con el dinosaurio y el megaquiróptero, respectivamente; y que el hombre que vivió en estas eras geológicas había sido intelectualmente muy evolucionado, muestra de lo cual era el conocimiento que había tenido de aspectos muy complejos de la biología, como son los ciclos reproductivos de los animales. Las revelaciones que me estaban haciendo estas piedras eran tan contradictorias con los conocimientos de la Biología y Antropología que yo enseñaba como profesor de la Universidad Nacional "San Luis (p.48) Gonzaga" de Ica, que confieso que me vi obligado a reflexionar profunda y serenamente con el propósito de esclarecer la autenticidad de las piedras grabadas. Decidí entonces volver a estudiar el esquema tradicional de la teoría de la evolución de las especies y del hombre.

[Hay hallazgos para cada era geológica en las capas: restos vegetales y de animales]

De acuerdo con la teoría de la evolución, los animales superiores son el resultado de un lento proceso que parte desde las primeras formas vivientes (microorganismos) que surgieron en los mares primitivos de nuestro planeta. En este proceso han transcurrido millones de años. Estudiando las capas que estructuran la corteza de la Tierra, los geólogos han encontrado cinco principales capas rocosas (capas geológicas), cada una de las cuales ha sido considerada como la correspondiente a una de las etapas de ese lento proceso por el que ha atravesado la vida en nuestro planeta. En cada capa se ha logrado encontrar restos de determinados vegetales y animales ya extinguidos, lo que ha servido para deducir, por la antigüedad de la capa, la antigüedad de dichos seres y, por lo tanto, la época en que vivieron. A la etapa o antigüedad que se le asigna a cada capa geológica se le ha llamado era geológica. Cada una de estas eras ha sido dividida en pequeñas épocas llamadas períodos (Véase el cuadro de las eras geológicas) (p.50).


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