Leyendas del Perú 2c: personas de alto grado
Manco
Capac y Mama Ocllo
Cusco.
de:
http://leyendas-peru.blogspot.pe/2011/06/manco-capac-y-mama-ocllo-cusco.html
Esta leyenda expresa que en épocas muy antiguas el dios sol
compadecido del salvajismo y barbarie en que vivían los
pueblos, se compadeció y decidio enviar a dos de sus hijos
para que emprendieran una campaña de enseñanza y aprendizaje
hasta convertirlos en verdaderos seres humanos.
A esos hijos suyos, llamados Manco Cápac y Mama Ocllo, los
despidió en el lago Titicaca, de donde salieron a recorrer
la tierra andina.
Les dio una vara de oro para que la enterraran en todos los
lugares a donde llegaran, y se quedasen afincados en el
sitio donde esta se hundiera.
Emigraron al norte, llegaron a Tamputocco, del cual pasaron
a Huanacauri y por fin penetraron al valle del Cusco, donde
la vara se hundió en el suelo.
Allí se quedaron y dando cumplimiento al mandato del dios
sol, se arraigaron para formar un pequeño señorío.
Manco Cápac entonces, se dedicó a enseñar todas las
artesanias, técnicas y demás obras necesarias para sacar a
los hombres andinos de su primitivismo; Mama Ocllo, por su
lado, hacia lo mismo respecto a las mujeres.
Así dice la leyenda, es cómo los peruanos aprendieron las
técnicas de la agricultura, ganadería cerámica, textilería,
Arte culinario, etc.
El
general de los ejércitos incas: Ollantay
de: http://leyendas-peru.blogspot.pe/2013/06/ollantay.html -
http://es.wikipedia.org/wiki/Ollantay
El general de los ejércitos incas, Ollantay, es un guerrero
de origen plebeyo que por sus excelentes servicios ha sido
elevado a la nobleza de privilegio y se le han concedido
numerosos premios. Pero se enamora de Cusi Coyllur (Lucero
Alegre o Estrella), hija del Inca Pachacútec (El restaurador
del mundo), amor prohibido, pues de acuerdo a las leyes de
Imperio, nadie, salvo otro de linaje inca, puede casarse con
una princesa. No obstante, Ollantay, enceguecido por el
amor, se une a Cusi Coyllur, secreto que comparte la reina
madre Ccoya o Anahuarqui.
Pese a los augurios en contra que le da el Huillac Uma o
sumo sacerdote, Ollantay decide pedir al Inca que apruebe
formalmente su unión con Cusi Coyllur. Pachacútec le
recuerda a Ollantay su origen humilde y le señala su
increíble audacia de querer “subir demasiado alto”; luego,
enfurecido, lo expulsa de su presencia. Cusi Coyllur es
encerrada en un calabozo de la casa de mujeres escogidas o
Acllahuasi, donde deberá expiar su falta; allí dará a luz
una niña, fruto de su amor con Ollantay, a la cual llamará
Ima Súmac (Bella Niña).
Ollantay, al enterarse que Cusi Coyllur ya no está en el
palacio de la reina madre, cree que ha sido asesinada y
decide abandonar el Cuzco, junto con Piqui Chaqui (Pies de
pulga), su confidente y servidor, no sin antes amenazar con
volver y destruir la ciudad imperial. Se instala en la
ciudad que lleva su nombre, Ollantaytambo, donde se
atrinchera y se hace independiente, dispuesto a resistir con
las armas a las huestes del Inca.
El Inca ordena a su general Rumi Ñahui (Ojo de Piedra) que
reúna fuerzas y marche a combatir a Ollantay. Por su parte,
Ollantay envía a su general Orco Huarancca (Mil Montañas)
quien tiende a Rumi Ñahui una emboscada en un desfiladero,
derrotándolo. Diez años después el Inca Pachacútec muere sin
haber conseguido su deseo de derrotar a Ollantay; le sucede
su hijo Túpac Yupanqui (El estimado por la realeza).
Mientras tanto, en el Acllahuasi, Cusi Coyllur tiene a su
favor a una de las acllas o vírgenes del Sol, Pitu Salla,
pero como fiera oponente a la dura Mama Caca (Madre Roca),
la gobernanta del Acllahuasi. No obstante haber pasado diez
años de férrea prisión, Cusi Coyllur aun conserva alguna
esperanza de salir de ella. Su hija, Ima Súmac, ha sido
criada por Pitu Salla como una escogida más, pero sin
enterársela nada de sus padres; la niña descubrirá por
casualidad a su madre, proponiéndose desde entonces ir donde
el nuevo Inca a fin de pedir clemencia para ella.
Mientras tanto, Túpac Yupanqui se propone derrotar y
capturar a Ollantay, para lo cual envía a Rumi Ñahui, quien
le promete rehabilitarse de su anterior derrota. Esta vez
Rumi Ñahui decide emplear la astucia: se presenta ante
Ollantay cubierto de heridas y pretende que así lo ha
tratado el nuevo Inca; de esa manera se gana su confianza y
aprovechando una fiesta nocturna, abre las puertas de
Ollantaytambo para dar acceso a sus tropas, las cuales, sin
ninguna resistencia, logran capturar a Ollantay, a Orco
Huarancca y a otros oficiales, que son llevados al Cuzco,
ante la presencia de Túpac Yupanqui. Éste pregunta a sus
consejeros qué debería hacer con los rebeldes. El Huillac
Uma, que siempre hace de pacificador, pide clemencia; más
Rumi Ñahui pide la muerte de ellos. Túpac Yupanqui aprueba
la pena capital; pero a último momento no solamente perdona
a los rebeldes, sino que les confiere puestos todavía más
altos. Ollantay es nombrado general mayor y lugarteniente
del Inca en caso de ausencia de éste por asuntos bélicos.
Orco Huarancca es nombrado jefe del Antisuyo.
Pero Ollantay tendrá otra dicha más por recibir: su
reencuentro con su amada Cusi Coyllur. Ello ocurre en
efecto, gracias a la casualidad: Ima Súmac, desde su niñez
valiente, ingresa al palacio imperial y se arrodilla ante la
presencia del Inca, pidiéndole piedad para su madre,
encadenada en lo más recóndito del Acllahuasi. Aunque por el
momento no sabe de quién se trata, el Inca se interesa por
el asunto y junto con Ollantay se dirige al Acllahuasi,
donde encuentran a la mujer prisionera, que más que persona
les parece un espectro cubierto solo por su larga cabellera.
Finalmente el Inca reconoce en ella a su hermana (lo que es
una bonita anagnórisis) de cuyos labios oye su penosa
historia. Entonces Túpac Yupanqui, magnánimo, la libera y
allí mismo la desposa con Ollantay, terminando así, con
final feliz, el drama inca.
La
Achirana del Inca (Ica)
Ica.
de:
http://leyendas-peru.blogspot.pe/2011/06/la-achirana-del-inca-ica.html
Achirana significa "Lo que corre limpiamente hacia lo que es
hermoso" y resume la leyenda de una de ellas en Ica, región
ubicada al sur del Perú, que con maestría don Ricardo Palma
cuenta en una de sus tradiciones más populares.
La Achirana del inca, narra el sentimiento que inspiró una
doncella en el implacable Pachacútec, cuando éste dominara
el valle de Ica sin mayor esfuerzo, dado que sus habitantes
eran muy pacíficos.
Recorriendo el territorio sometido, el Inca llegó hasta un
desértico pago llamado Tate, cuya dueña era una anciana que
vivía acompañada de su bellísima hija, de quien Pachacútec
quedó prendado y dispuesto a conquistar. Si bien el
territorio había sido fácil de dominar, no fue así el
corazón de la joven. Ella no se dejó deslumbrar por el rango
de su pretendiente, pues amaba a un joven de su comarca.
Conmovido por el desinterés y honestidad de la doncella, el
inca quiso plasmar su admiración y cariño concediéndole lo
que ella pidiese. La joven arrodillada le suplicó agua para
sus tierras que morían de sed: "Siembra beneficios y tendrás
cosechas de bendiciones"- le dijo besando su manto.
Pachacútec prosiguió su camino triunfal en su anda de oro,
pero sus cuarenta mil hombres se quedaron diez días para
ejecutar su promesa: Abrir el cauce que llevaría agua a los
pagos de esa región iqueña. Aquella achorana quedaría como
un homenaje al sentimiento de un poderoso soberano doblegado
por una doncella.
El
príncipe volador: La Leyenda de Cahuachi y Las Lineas de
Nazca (Ica)
Nasca.
de:
http://leyendas-peru.blogspot.pe/2011/06/la-leyenda-de-cahuachi-y-las-lineas-de.html
-
http://nandodeoz.blogspot.com/
CAHUACHI: El Príncipe Volador
Un raro ser
Era una noche de plenilunio en un lugar muy cerca
de la mar, los fuertes vientos mezclados con arenilla
golpeaban el rostro de un viejo rey que acompañado de sus
súbditos realizaban un peregrinaje en los templos
piramidales y desde la sumidad contemplaban extasiados la
luna llena que con su fulgor de plata bañaba todos los
rincones de los areniscos, los añejos guarangales orlados
con nidos de cuculíes y de rojos piturrines. De vez en
cuando se veía a lo lejos el brillo de los ojos de nocturnos
animales que como brazas de fuego calentaban la fría noche.
El cielo estrellado y el rey dotado de una gran industria,
observaba minucioso el firmamento tratando de hallar sentido
en el misterioso paso de los astros y la manera como se
agrupaban entre sí, que como nebulosas formaban
caprichosamente figuras de seres que habitaban en la tierra.
Nanaska, el gran monarca, estaba junto a su hijo Cahuachi,
un sacerdote-guerrero, mozo fuerte y valiente, futuro
heredero del reino, muy atento aprendía las sabias lecciones
de astronomía del padre.
- Hijo, tú que pronto heredarás los destinos de la nación,
es importante que conozcas el paso de los grandes ojos de
fuego. En ellas – prosiguió – verás el triunfo o la derrota,
la abundancia de agua o las sequías, la prosperidad o la
decadencia, la vida o la muerte, pues, cuando una estrella
cae en la tierra, es señal de una vida se apaga.
De pronto un gran vocerío se escuchó de todas partes,
interrumpiendo al rey. Todos miraban asustados al infinito.
Una pequeña, una tenue lucecita se diría a una
extraordinaria velocidad a la tierra, agigantándose más su
tamaño cada vez que se acercaba y su color brillante se
hacía más intenso e incesante, resplandeciendo tal que se
podía ver los asustados rostros de los súbditos del rey.
- No teman, es una bola de fuego de los cabellos de oro.
Dijo el monarca, confundiéndolo con un cometa.
La fría noche daba la sensación que se convertía en día
cuando la intensa luz fulgurante irradió a los sorprendidos
hombres. A los terrenos de arena, las viviendas de piedra y
barro con techos de carrizos y paja. Se pudo mirar los
verdes guarangales de donde salieron despavoridas las aves
que dormitaban en sus fuertes ramas. La inmensa y pedregosa
pampa sembradas de naturales calatos. Se vio las altas y
bajas colinas, a los zorrillos y serpientes furtivos
cazadores de la noche que asustados buscaban refugio en sus
madrigueras. El suelo estéril y cuarteado por la sequedad,
donde se observaba chamuscados maticos por el fuerte sol en
el día y los ladridos de los perros rompían el silencio de
la noche. Entonces la bola de luz cayó en la tierra en una
gran pampa, dejándose escuchar ensordecedor sonido y el eco
horrorizó más a la gente.
Después volvió el silencio y la oscuridad.
El rey, príncipe y guerreros se dirigieron raudos al lugar
que se había precipitado la extraña luz, y acortando
distancias, salvando escollos, subiendo y bajando pequeñas
colinas, recorriendo largas planicies, muy pronto con la
velocidad que llevaban llegaron al sitio, donde aún se podía
ver restos oscilantes luces y un fino humo que se levantaba
perdiéndose en la oscuridad de la noche.
Cahuachi, mostrando vacilación y curiosidad llegó al objeto
volador en forma temeraria.
Allí pudo observar un gran móvil de metal con la forma de un
platillo, con muchas luces y pequeñas ventanas. El valiente
príncipe abrió la puerta principal y del interior del objeto
volador pudo salir un raro ser nunca visto por los ojos
humanos. Acompañado a este ser, otra criatura cubierto de un
extraordinario pelaje. Sus pequeñas orejas se mantenían
siempre erguidas. No tenia ojos, estaba provisto de dos
extremidades que le servía como mano-pies llevaba cuatro
dedos que usaba para caminar y en la otra mano-pies tenía
cinco dedos con la que cogía objetos. La misteriosa criatura
lanzaba amenazas por su boca pequeña escondida por las
pelusas, emitiendo raros sonidos:
¡Akú, akú, akú!
En cambio, el fabuloso ser, no era muy prodigioso de tamaño
y no se distinguía sus formas, porque estaba protegido de
por una vestimenta especial. En una de sus partes superiores
tenía dos ovalados lentes y tras de ellos observaban sus
grandes ojos que asustados miraban al príncipe Cahuachi.
Pero la criatura muy debilitada se desvaneció, quedando
tendido en el suelo a merced de los guerreros que intentaron
golpearlo con sus makanas. Pero el otro ser, no dejaba que
se le acercaran, haciendo mucho ruido. Entonces todos
comprendieron que la cosa era como un fiel perro que cuidaba
de los grandes peligros a su amo.
Desde entonces le dieron el nombre de Makú y el raro ser
desvanecido fue llevado en parihuela al pueblo.
La
princesa y sus lágrimas: La Historia de la Huacachina
(Ica)
Ica.
de:
http://leyendas-peru.blogspot.pe/2011/06/historia-de-la-huacachina-ica.html
En Tacaraca, centro indígena de alguna importancia, durante
el período precolombino vivía una ñusta [princesa] de
verdes-pardosas pupilas, cabellera negra como el negro
azabache que forma piedra escogida de la tierra, o quizás
como el negro profundo del chivillo, el pájaro quebradino de
las notas agudas, el tordo de nuestros alfalfares de las
cejas de las sierras, doncella roja de curvas y sensuales
contornos gallardos, como las vasijas del Sol en el
Coricancha de los Incas.
Allí cerca también de las alturas de Pariña Chica, el pago
de las huacas, de los enormes tinajones y las gigantescas
lampas de huarango esculpido, vivía Ajall Kriña; apuesto
mozo de mirada dura y fiera en el combate, como la porra que
se yergue en la mano del guerreo o como la bruñida flecha de
tendido arco; pero de mirada dulce y suave en la paz, en el
hogar, en el pueblo, como rizada nota de música antigua;
como gorjeo de quena hogareña, percibida a lo lejos por el
fatigado guerrero que tras dilatada ausencia regresa.
Ajall Kriña, enamoróse perdidamente de las formas blandas,
pulidas de la virgen del pueblo y un día en la confusa
claridad de una mañana, cuando la ñusta llevaba en la
oquedad de esculpida arcilla, el agua pura, su alma apagada
y muda hasta entonces, abrió la jaula y dejó cantar a la
alondra del corazón:
Mi corazón en tu pecho cómo permitieras; aunque penda de un
abismo, muy hondo, muy hondo o estrecho de modo que tú me
quieras como tu corazón mismo.
La de las eternas lágrimas, la princesa Huacachina, llamada
así porque desde que los ojos de su alma se abrieron a la
vida, no hicieron sino llorar; no tardó en corresponder el
cariño hondo, fervoroso e intenso del feliz varón de los
cambiantes ojos de fiereza o de dulzura, de acero o de miel.
Todas las mañanas y todas las tardes, en los cárdenos ocasos
o con las rosadas auroras, Huacachina, cuyas lágrimas
parecían haberse secado para siempre, entregaba a Ajall
Kriña, las preferencias de su corazón, las joyas de su
ternura, los incendios de su alma pura y sencilla.
Pero la felicidad que siempre se sueña eterna a los ojos
egoístas de que goza, voló como el céfiro fugitivo que se
escurre entre las hojas de los árboles o entre las hebras
del ramaje. Orden del Cuzco, disponía que todos los mozos se
aprestaran a salir inmediatamente, para combatir sublevación
de lejano pueblo belicoso. Ajall Kriña, con el alma
despedazada, se despidió de su ñusta hechicera. Ella le juró
amor, fidelidad, cariño y él, alegre, feliz porque
comprendía con la fe y la fiebre del que quiere, que ella no
lo engañaría y entregaría su corazón como aquella otra ñusta
odiosa de la leyenda iqueña que enajenó su ser por el oro de
la joya, la turquesa del adorno y los kilos de la blanca
lana como vellón de angora, marchó con otros de su pueblo en
pos de nuevos soles a develar la rebelión, a sofocar el
movimiento sacrílego contra el Dios-Inca.
Ajall Kriña, con heridas terribles, abiertas en el cuerpo de
bronce, muere en el combate después de haber luchado como un
león. La triste nueva, pronto se comunica a Huacachina, la
bella princesa de los ojos hechiceros, quien alocada,
desesperada, al amparo de las sombras que se vienen, huye
sin que lo adviertan sus padres entre los cerros y los
cuchillos de arena, hasta caer postrada, abatida, jadeante,
sudorosa, con el llanto que desbordándose del manantial
inagotable de sus olas, caían en las arenas que como
pañuelos de batista, se extendían más allá de la Huega.
Las lágrimas ruedan y siguen rodando muchos minutos;
numerosos días; tiempo tal vez incontable para ella, de sus
ojos inyectados por el dolor y cuando el hambre, el dolor,
la tristeza, la desventura, rompen el frágil cristal de su
alma y la vida huye y se aleja veloz, esas abundantes
lágrimas, absorbidas por las candentes arenas, surgen a flor
de tierra en el inmenso hoyo amurallado por las arenas
superpuestas, después de haberse saturado, con las
sustancias de la entraña de la tierra, que las devuelve por
no poder resistir el contagio del inmenso dolor.
En el día, las verdes aguas pardosas se evaporan en pequeña
cantidad hacia los cielos, como si fueran llamadas por los
dioses para aprender del dolor y se cuenta que todavía en
las noches, cuando las sombras y el silencio han empujado a
la luz, al ruido, sale la princesa, cubierta con el manto de
su cabellera que se plisa u ondea en su cuerpo; con ese
manto negro, muy negro, pero menos obscuro que su alma, para
seguir llorando su llanto de ausencia y de pesadumbre,
algunas de cuyas gotas todavía se descubren en la mañana, en
los primeros minutos de la luz, hasta sobre los raros juncos
que a veces brotan en la orilla de oquedad; se ven sobre las
innumerables hojas rugosas del toñuz tendido en sus ocios y
se perciben sobre cada uno de los dientes de las hojas
peinadas del viejo algarrobo, que extiende sus ramas
levantándose sobre la cama de arena, para pedir a los
cielos, piedad y consuelo, destinados a la princesa de la
dicha rota, del ensueño deshecho, del paraíso trunco.
El
Pishtaco - un gigante blanco rubio con barba rubia - un
Inka [Vikingo] (Cajamarca)
Cajamarca
de:
http://leyendas-peru.blogspot.pe/2011/06/el-pishtaco-cajamarca.html
El Pishtaco en los andes - un gigante blanco rubio que
fue un Inka
En la cultura andina se cuenta de un Pishtaco que está en
las altas cordilleras, en lugares lejanos, en lagunas y
quebradas. Es un personaje gigante blanco, rubio y con barba
y con mucho pelo y mucha gente indicó que es un Inca. Con
eso tenemos la indicación clara que los Incas fueron blancos
y rubios. Historiadores alternativos indican claramente que
los Incas fueron los Vikingos que tomaron la fuga de la
Iglesia de Roma - y así las indicaciones se combinan bien.
Texto original:
<Este es uno de los personajes de mayor presencia en la
narrativa oral andina. Se trata de un personaje prefigurado
con presencia en las altas cordilleras, parajes desolados,
lagunas y quebradas de los Andes. Tiene como característica
primordial su gran medida corpórea y su aspecto de hombre
blanco, barbudo y rubio o pelirrojo. Algunos han observado
la similitud de este personaje con los antiguos
conquistadores, Mistis o hijos de los terrieros españoles o
mestizos blancos que teniendo fama de sanguinarios,
inmorales y de lengua no reconocible por los quechuas.>
Los peruanos presentan el Pishtaco hoy como diabólico y
asesino para robar la grasa de sus víctimas
Los peruanos han convertido ese gigante blanco rubio en un
sicario para sus jefes:
<Hacían de este un personaje diabólico e invencible como
los ichillocllo o gnomos barbados, rubios lujuriosos que
pueblan puquios y manantiales. El "Nacaj" o Pishtaco no es
un simple asesino. En su raíz mítica no mata por dinero ni
por diversión, sino por mandato de superiores con el fin de
obtener una dotación de grasa humana.>
La grasa para aviones
<Según versiones recientes recogidas en el Cuzco por F.
Kauffmann (1974) esta grasa humana sería indispensable para
el funcionamiento de maquinaria fina emplazada en Lima y
para mezclarla con la gasolina para hacer volar a los
aviones.>
Princesa Nunash con príncipe Cuynac - la
estatua de la "bella durmiente"
Tingo María.
de: LA BELLA DURMIENTE, Pillco Huayta;
http://leyendas-peru.blogspot.pe/2010/04/mitos-y-leyendas-de-huanuco.html
Fue una princesa Nunash con un príncipe Cuynac. Vino el
padre de Nunash, Amaru, combatiendo los dos. Cuynac aplica
su brujería y transforma Amaru en un serpiente y Nunash en
una estatua en piedra - así jamás va a ser robada por un
choro.
Versión: LA BELLA DURMIENTE, Pillco Huayta
<[La bella durmiente es el] símbolo natural de Tingo
María y que la leyenda la identifica como la princesa
NUNASH, transmitida de generación en generación; la leyenda
se refiere también a un joven llamado CUYNAC que atravesando
la selva de los Huánucos, se enamoró de la princesa Nunash,
los dos llegaron a amarse y Cuynac levantó un palacete en un
lugar cercano a Pachas que le puso el nombre de Cuynash en
honor de su amada. Vivieron un tiempo felices, rodeados de
vasallos, pero su felicidad quedó truncada cuando fueron
atacados por el padre de la princesa: Amaru, convertido en
un monstruo en forma de culebra. Cuynac se valió de su
hechicería y convirtió en mariposa a Cuynash y él se
transformó en piedra. Ella en su nuevo estado, voló hacia la
selva y retornó con ayuda para combatir al mounstro Amaru.
Los enemigos fueron vencidos, Cuynac, entonces trató de
recuperar su forma humana sin conseguirlo, pero ella si pudo
retornar a su forma humana y buscó inútilmente a Cuynac.
Cansada se sentó cerca de la piedra en que Cuynac quedó
convertido y ella se quedó dormida. Mientras dormía, escuchó
en sus sueños la voz de su amado que decía: "Amada no me
busques, mi voluntad fue pedir a los dioses que me
convirtiera en piedra y mi pedido fue complacido y ahora soy
sólo una piedra, destinada a permanecer en este estado para
toda la vida. Si tú en realidad me has querido y me sigues
queriendo todavía; deseo que permanezcas a mi lado toda la
vida sobre este cerro y que en las noches de luna aparezca
ante la mirada de la gente como la mujer en actitud de estar
durmiendo". Nunash siempre en sueños, aceptó la propuesta de
su amado y quedó convertida en piedra, lo que hoy es la
figura de la "Bella Durmiente". >
Otra versión: EL PILLCO MOZO, El Eterno Guardian
Chupaychu - vino el padre con un ejército
<Manuel Nieves Fabián en su libro "Mitos y Leyendas de
Huánuco" relata: "La leyenda dice que el joven Chupaycho
Cunyag se enamoró perdidamente de la bella princesa Pillco
Huayta, hija del valeroso curaca Achapuri Inquil Tupac. Su
amor fue tan profundo que ambos jóvenes terminaron amándose.
El padre, al enterarse de la osadía de su hija, se opuso
rotundamente, ya que tenía escogido para ella a un valeroso
guerrero Panatahua.Los jóvenes enamorados, desoyendo las
palabras del curaca, huyeron hacia el lugar denominado
Nunash y se instalaron en un pequeño palacete, ahí se
atrincheraron. Cunyag, al saber que el padre de su amada se
dirigía hacia Nunash con un poderoso ejército, instruyó al
Pillco Huayta para que huyera y diera aviso a los
Chupaychos, mientras él y los suyos le entablarían
resistencia. La princesa concurrió rauda a cumplir la misión
mientras el joven lo esperó dispuesto, incluso a sacrificar
su vida. Su sorpresa fue tal, al ver al Amaru que guiaba al
ejercito del curaca, Atemorizado, Cunyag huyó con dirección
al lugar de su origen. El terrible Amaru, al ver que corría
el mozo, levantó las alas y sentenció que se convirtiera en
piedra.
Fue así que cuando contemplaba a su pueblo desde las alturas
del Marabamba, sintió que lentamente su cuerpo se
transformaba en piedra, entonces, viéndose perdido y antes
que su cabeza se petrificara, con un grito que se escuchaba
a muchas leguas, ordenó que Pillco Huayta huyera hacia la
selva para librarse de la cólera de su padre. El Amaru,
volteó el rostro hacia la selva, se levantó en ligero vuelo
y al encontrar a la princesa a orillas de un caudaloso río,
sentenció que se convirtiera en una enorme montaña para que
la desobediencia de mabos jóvenes quedar a manera de una
leccion para la posteriedad. Hoy, podemos apreciar a estas
dos figuras en eterno reposo: a Pillco Mozo, en Huánuco y a
Pillco Huayta (Bella durmiente), en Tingo María".>
San Gerónimo salva el valle de Ilo de la sequía
(Moquegua)
de: San Gerónimo (Moquegua);
http://leyendas-peru.blogspot.pe/2011/08/san-geronimo-moquegua.html
Cuentan que hubo un tiempo en que el río se secó en una de
sus peores sequías al extremo que las desgracias y miserias
no podían ser castigo de Dios: los animales y las plantas
morían, las hembras perdían sus crías, los árboles se
secaban. No había remedio para esto y algunas personas
comenzaron a irse a otros valles con mejor suerte.
Un día llegó al valle un hombre que, según contó, venía
caminando valle abajo y visitaba todos los lugares. Llamó la
atención la túnica que usaba y su firma de hablar, tan dulce
y firme. Desde que llegó hablaba de Dios y de lo importante
que era arrepentirse de los pecados para no traer la ira
divina. Pero de lo que se dio cuenta la gente del valle era
que con su llegada empezó a llegar el agua y con ella la
vida. Las atenciones hicieron que este personaje quedase en
el valle más tiempo del que tenía programado. En ese tiempo,
los animales engordaron, el río creció, las plantas
empezaron a tomar fuerza y las hembras preñaban y parían.
Pero este personaje debía continuar su recorrido hacia el
norte. No escuchaba los ruegos de la gente que se reunía en
su entorno. No le inmutaron ni las lágrimas de las mujeres
agradecidas ni la risa de los niños que jugaban a su
alrededor, pues su partida era inevitable. Dicen los viejos
que mientras subía el cerro cayendo ya la tarde, las gentes
en silencio rogaban a todas las fuerzas para que el
personaje no se vaya. Pero la oscuridad que avanzaba muy
rápido, como nunca, impidió seguir viendo al visitante
perderse en las alturas.
Al día siguiente la gente se levanto con congoja y sólo
atinaron a recorrer con la vista el sendero del visitante y
cual no sería su sorpresa al ver al mismo pero convertido
empiedra: los ruegos de la gente había logrado detener su
partida y había logrado hacer que se queda en medio del
valle, para bendecir su prosperidad. Las gente empezó
entonces a llamarlo San Gerónimo, patrono del valle de Ilo.
Dicen que los valles del norte nunca recibieron su visita,
por eso terminaron secándose y sus gentes tuvieron que salir
de ellos para no morir de hambre y sed.
Frente al Parque Ecológico de El Algarrobal, en medio de un
angosto camino se puede ver a un personaje de espaldas, con
su capa a medio vuelo y la pierna flexionada en además de
subir el cerro, recorrido que nunca culminó.