Leyendas del Perú 3g: donde hay el diablo
Costa
El diablo "Negro" y sus historias sobre la
ciudad de Huancabamba: un rey blanco y soldados como
peces etc. (Piura)
Departamento de Piura (norte del Perú).
de: La ciudad encantada de Huancabamba (Piura);
http://leyendas-peru.blogspot.pe/2011/08/la-ciudad-encantada-de-huancabamba.html;
http://www.bnp.gob.pe/estructura/csbp/sinfantil/leyendas_peruanas.htm
Por las serranías de Piura (al norte del Perú) en alguna
fecha del año hay una ciudad que súbitamente aparece, y de
pronto por motivos que se desconoce, se oculta ante los
asustados ojos de los viajeros que pasan por la zona,
quienes la conocen con el nombre de "La ciudad encantada de
Huancabamba"
Sabido es que el Inca mandó construir en esa región una
fortaleza y un templo de las vírgenes escogidas. El nuevo
culto que impuso prohibía los sacrificios humanos
(Capacocha).
Hasta hoy día se puede ver los restos de la ciudad incaica.
Las ruinas muestran lo que allí existió: el esplendor
olvidado.
Vetustos templos cubiertos de maleza, una pucará o fortaleza
que se extiende por la lluviosa selva con grandes muros de
más de tres metros de altura, además de plazas, palacios...
Nada de eso se compara, sin embargo, con lo que, temblando
de susto, refieren los que pasan por allí y cuentan los
relatos del Negro. (El Negro es el diablo, el andarín,
explican las gentes del lugar).
Cuando este brujo aparece en Huancabamba causa la
intranquilidad entre los indios, quienes siguen sus pasos en
pos de algún extraño acontecimiento. La ciudad mágica surge
en la imaginación de los pobladores como una fuente, como un
torbellino, como el arco iris... y el miedo se convierte en
alegría.
Un día el negro desaparece por las cuevas en el cerro
Pariaqaqa para reaparecer un año después al lado del cerro
Chite.
-"Hay pocos lugares como éste", dijo, cuando, acosado de
preguntas el Negro relata su hallazgo: ¡Mírenla! Estaba
paseando en la ciudad incaica de Huancabamba, encantada en
el cerro Pariaqaqa. Había recorrido imponentes edificios de
piedra, templos de Sol, palacio del Inca, todo reluciente de
oro; una bella laguna con balsas y canoas y la ciudad
rodeada de hermosa campiña y tierras fértiles...
El negro contó que el encantamiento de la ciudad se efectuó
cuando llegó el Rey Blanco que se posesionó de la cima de
Guitiligún. Cayó una flecha en el corazón del Inca y al
clamar éste venganza al Sol, arrancó de su cuerpo la flecha
y la tiró sobre su pueblo, quedando así cautiva Huancabamba
en el cerro Pariaqaqa...
-... El Rey Blanco quedó convertido en la laguna invisible
del cerro Guitiligún y sus soldados se transformaron en
peces (terminó de contar el Negro, enseguida hizo el
siguiente comentario):
-Quizá esta ciudad se hace invisible debido a la codicia de
ciertos hombres que causaron mucho daño a los indios del
lugar...
Al escuchar los relatos del Negro las gentes creen oír el
canto de las sirenas de la laguna encantada. Algunos
curiosos comentan: - ¡Me gustaría ver las sirenas!
-No quisieras verlas amigo -replica el Negro con malicia en
la mirada-, sus voces nos llaman con palabras tan dulces y
no tienes fuerza para dejar de oírlas...¡Podrían encantarte!
y si eso sucediera te llevarían a vivir en sus pukarás y
templos de oro y nunca más volverían a verte...
Diciendo esto el Negro echó a andar y desapareció. ¿Hasta
cuando será? Nadie lo sabe.
Leyenda del Ceibo del Diablo (Tumbes)
Departamento de Tumbes (norte del Perú).
de:
http://leyendas-peru.blogspot.pe/2011/08/leyenda-del-ceibo-del-diablo-tumbes.html;
http://www.scribd.com/doc/35907891/LEYENDAS-TUMBESINAS
“Cerca del Caserío de Uña de Gato, se encuentra un hermoso y
frondoso ceibo (planta muy típica de la región) que se le
conoce con el nombre de “Ceibo del diablo”, debido a que en
dicho lugar y a las doce de la noche aparece un personaje
endemoniado que se lleva al infierno a toda persona que se
encuentra vagando por tal sitio.
Se afirma que son muchas las personas que han sido víctimas
de este maleficio y la credulidad popular es tan arraigada
que mucha gente antes de pasar por este sitio, se santigua
con todo respeto y recogimiento”.
Sierra
Vieron el Diablo (Arequipa)
Departamento de Arequipa.
de:
http://leyendas-peru.blogspot.pe/2011/06/vieron-el-diablo-arequipa.html
- http://linda-arequipa.com/leyendas-arequipenas/
Situado en la calle de Santa Rosa, casi cerrando la de
Santa Teresa, existe en Arequipa una caserón, cuya pared
del sur es medianera con el monasterio de la santa
límense. Por detrás, formándole fondo, se extienden las
chácaras. Tambo de Santiago es el nombre con que se ha
conocido siempre, hasta que, en los últimos tiempos,
dejó de ser posada unas veces y cuartel otras para
remozarse con el aspecto de casa habitación por
familias. Que quién fue ese Santiago, me preguntará sin
duda la curiosidad insatisfecha. Pues no lo sé, y se la
dejo a los futuros tradicionistas para que se devanen la
paciencia en averiguarlo. Puede que fuese el primitivo
propietario del caserón o algún tipo popular En el
albergado, en el caso que en el viejo Tambo había un
cuartucho que, por hallarse a algunas varas sobre el
nivel del suelo, tenía una pequeña escala de sillar, y
que en ese cuartucho habitaba Doña Mariquita, la
Montufar, señora que era una viejecilla cuyo molde
barrunto ya se ha roto en Arequipa. Pequeña, encorvada
por los años, de expresión apacible, pobre, pero
decentemente vestida, doña Mariquita no se preocupaba
por la lucha cruel de la existencia. Después de oír muy
de madrugada la primera misa y de encomendar, con
masculleos interminables, a justos y pecadores, pasaba
el día prestando servicios aquí y allá, por apego a la
casa de personas conocidas, sin remuneración, sin otro
gaje que el resto de comida que unas veces le daban aquí
y otras allá.
Resto de comida era ese que la santa señora llévaselo a
su cuartucho en la respectiva ollita de barro, y allí,
muy tapadito, preservándolo de perros y gatos, lo
guardaba hasta el siguiente día, y al siguiente día, sin
recalentarlo, frío grasiento, ticca, como por acá dicen,
se lo saboreaba con el más grande contentamiento del
mundo. Y jamás le causó daño la imponderada bazofia.
Prueba evidente de santidad era ésta para los malandros
de mi tierra, que, por lo visto, nunca tropezaron en su
almanaque con Santa Higiene. Añádase que para Doña
Mariquita era cosa corriente conversar a cualquier hora
con los grandísimos ociosos de la corte celestial, por
cuya envidiable preeminencia el demonio le cobró tal
ojeriza que, con más terquedad que impertérrito piquín,
la perseguía, apareciéndosele en el rato menos pensado,
a la menor volteada del rostro.
Cierto mataperros, que, a vivir en los modernos tiempos,
hubiera sido incomparable jefe de palomillas, se propuso
jugarle una pasada. Y, dicho y hecho, después de
desnudarse, se restregó todo él con cabezas de cerillas,
que lo dejaron ígneo, fosforescente, fulgurando como
verdadero condenado. Y así, en la obscuridad de la
noche, ovillándose casi, se agazapó a la puerta del
cuartucho y esperó a que los instantes pasaran.
No transcurrieron muchos, cuando doña Mariquita, cargada
con el peso de la edad, ítem más con la consabida
ollita, se apareció en el primer peldaño. Ver la bola de
fuego y hacerle cruces e invocar a Jesús, María y José,
todo fue uno. Pero, como acostumbrada estaba a la
persecución del diablo y a ponerlo-en fuga con sólo
trazar cuatro garabatos en el aire y murmujear el
principio de un rezo, no se detuvo, y prosiguió la
anciana segura de que el maldito se haría humo. Mas el
maldito comenzó a desovillarse y a erguirse y a crecer y
a asumir forma humana. No esperó más doña Mariquita,
que, en su idiotez mística, pudo darse cuenta de que
esta vez no era como en las otras, y, lanzando
estridente grito, se arrojó gradas abajo.
Cuando los numerosos vecinos del Tambo acudieron al
grito, la encontraron exánime, con un pie dislocado y
con alguna salpicadura de sangre en la cara. Cerca de
ella, esparcidos entre restos de comida, yacían los
fragmentos de la ollita. Y por las chácaras, vieron que
huía a todo correr una forma humana, hecha de fuego,
fantástica, a la cual, en su espanto, hasta flameantes
cuernos distinguían. No quedó diestra que no le hiciera
cruces y cruces y más cruces, y a cada cruz el fantasma
de fuego caía por tierra y en vano se levantaba porque
era otra vez derribado por el signo cabalístico de los
dedos, hasta que por fin se perdió en la lobreguez de la
noche.
Volvió en sí doña Mariquita y duda no le cupo de que
había visto al diablo en persona, y si duda hubiera, ahí
estaban los numerosos vecinos que juraban y re juraban
que el infernal bicho bicornado a cada tanda de cruces
rodaba por el suelo. Mientras tanto el mataperros de la
historia, que oía a los hombres del barrio conversar de
la terrible aparición, a las mujeres deshacerse en
ponderaciones y a los chiquillos llamar en su amparo a
la mamá, callaba y se sonreía, recordando susto que se
llevó al ver desbarrancarse a la viejita, la carrera
desenfrenada a través de los campos recién segados, los
tropezones continuos en los bordes y rastrojos, y la
inquietud con que llegó al recodo en que había dejado
oculto el lío de sus ropas.
Diablo del Lago Titicaca: Q'OTA ANCHANCHO,
Demonio del Lago
Puno.
de: Jorge Noe Soto Ruelas, Acora, Puno; en:
http://leyendas-peru.blogspot.pe/2011/08/qota-anchancho-demonio-del-lago-puno.html
El legendario y mitológico Lago Titicaca es fuente
inagotable de maravillosos relatos. El antiguo poblador
aymara nos ha dejado una serie de patrimonio cultural;
una de ellas es el espectacular mito del “Qota
Anchancho” (demonio del lago).
De las milenarias aguas del Lago Titicaca emergió un
gigantesco demonio, que con su furia arrasaba todo lo
que encontraba a su paso. Al furor de las olas, se
tragaba cuanta embarcación se cruzaba en su trayecto, y
tras sembrar desgracias, desaparecía velozmente en las
altas cumbres heladas de la cordilleras orientales y / u
occidentales de los Andes.
Tan pronto advertían la presencia del maligno ser, los
habitantes – en estado troglodita – en un marco de
desesperación y terror huían para refugiarse donde
podían.
La ira del demonio era incontenible, así como la llegada
de enfermedades era la secuela de daños ocasionados por
el monstruo. Tanto miedo y pavoroso respeto había
infundido el maléfico ser lacustre, que los aborígenes,
llegaron a considerarlo al espíritu endemoniado de las
aguas, por lo que lo edificaron y le erigieron totems,
para rendirle culto.
Los más supersticiosos creían que era la encarnación de
Satán que descargaba su ira, sembrando daños y
desgracias a la humanidad y todo los seres.
Ritos Diabólicos ó idólatras nacieron en diferentes
lugares. Para que la furia salvaje atenuara y no
continúe con sus desmanes, le ofrecieron ofrendas y
sacrificios de algunos animales, como pago.
La leyenda continua. El demonio no solo hacía e infundía
el desastre y terror sino, que también en épocas de
lluvias era portadora de bondades benéficas. Emergía del
lago hacia la atmósfera portando grandes masas de agua
que prodigaba a las nubes para que posteriormente caiga
copiosas lluvias regando la región.
Selva
El
diablo de la selva: El Chullachaqui bloquea la presa del
Calixto
Selva del Perú.
de:
http://leyendas-peru.blogspot.pe/2012/10/el-chullachaqui.html
Calixto, era un joven que residía en la zona rural, muy
distante del pueblo. Todos los fines de semana iba a vender
sus productos agrícolas y se hospedaba donde su tío. El
lunes muy temprano retornaba por un angosto camino que le
conducía hasta su casa, atravesando un amplio monte lleno de
animales peligrosos.
No tenía miedo, era valiente, un fin de semana se adelantó
en volver, era "domingo siete". -Calixto, quédate, es un día
malo... -dijo su tío. El joven hizo caso omiso a la petición
de su tío. Arribó al atardecer a su casa y escuchó silbar a
las perdices al filo de la chacra, cogió su escopeta y se
fue a cazar.
De inmediato llegó al lugar, con mucha precaución se fue
acercando donde las escuchó gritar, la última vez. Avanzaba
agazapado, vió moverse una rama. Efectivamente allí estaban
posadas, levantó la escopeta, apuntó y disparó en el bulto.
Las aves volaron y una cayó al suelo, estaba buscando y
escuchó que algo pataleaba, la perdiz daba sus últimos
momentos de vida, arrimó su escopeta a un árbol.
Cuando se proponía levantar la presa, apareció un ser
exótico muy raro que le impidió el paso. Se quedó turulato,
era algo inaudito. El ser extraño era enano, panzoncito, los
dientes negros y sobresalientes, completamente peludo como
un oso, tenía una melena larga que llegaba hasta el suelo,
un pie al revés, y usaba hojas como vestido, en realidad era
horrible.
El pequeño hombrec1illo agarró al joven para morderlo y se
pusieron a pelear, después de una ardua riña aprovechó un
descuido, de su adversario, propinándole un fuerte golpe, de
inmediato le soltó. Con mucha agilidad saltó donde estaba su
escopeta y disparó contra el extraño en todo el vientre. El
enanito cayó de espalda al suelo, las tripas se le
chorreaban y tenía que metérselas en su lugar.
Calixto al ver esa escena botó su escopeta y se olvidó de la
perdiz, corrió pidiendo auxilio. Llegó a su casa botando
espuma por la boca, subió dos gradas y cayó desmayado al
piso de emponado.
-¡Mujer, algo estraño le ha sucedido a Cali!, sale a la
puerta y encuentra tirado a su vástago, se asusta al verle
en ese estado, llama a su mujer, busca su zapato, atiende al
desmayado, coge su machete y el candil. ¡Cuida de cali, iré
en busca del curandero!.
Al cabo de un cierto tiempo llegaron los dos hombres. El
curandero se ocupó del joven tomándole el pulso. -Pronto
estará bien. El curandero se puso a fumar su cachimbo, y con
el humo iba soplando por la cabeza y resto del cuerpo de
Calixto, que permanecía echado en el emponado, sin poder
hablar. Hizo tres veces la misma operación. - Ya está
curado. -¿Qué ha tenido? -preguntó el padre. -¿Qué ha
sufrido mi hijito?... -la madre se pasea por el emponado.
-Señor -se sentó y se dibujó una sonrisa irónica en el
rostro-, fue el chullachaqui que le asustó. -¿El
chullachaqui? -repitieron los padres.
Fuera de casa, el curandero narró como sucedió. Los padres
se asombraron. -El chullachaqui es el diablo de la selva,
les aparece a todas las personas que no creen en Dios, o no
están bautizados, el muchacho estará bien, ya pasó todo el
peligro. Al día siguiente relató a sus padres, igual como
había narrado el curandero.
Luego se dirigió al lugar de lo ocurrido a recoger la
escopeta. El terreno donde lucharon estaba todo revuelto. Al
ave la estaban comiendo las hormigas y a un costado se
encontraba un pequeño tronco podrido con un agujero en
medio. -Regresemos a casa -dijo el padre-. Ahora pensemos en
los padrinos para bautizar a Cali. -Si, los padrinos -dijo
la Mujer. -No tengan miedo -dijo el maestro-. Sólo es un
cuento.
Diablo
de la Selva: El Chullachaqui (Definición 1)
Selva del Perú.
de:
http://leyendas-peru.blogspot.pe/2012/10/el-chullachaqui-definicion-1.html
El chulla chaqui es el diablo burlón de los bosques de la
selva, que suele aparecerse a la gente en forma de animal o
de mismo hombre, para engañarla y llevarla al fondo de la
selva. Sin embargo, cuando se transforma en hombre es fácil
reconocerle, porque el pie izquierdo es como de una criatura
recién nacida o como raíz de árbol o como pata de jaguar,
aunque el condenado, procura ocultar ese pie de cualquier
modo. Además, se delata por el fuerte olor a chivo que
despide, y la gente, entonces, ya se halla en guardia: reza
y hace cruces con los dedos o con ramas. Pero son a los
niños, generalmente, a los que rapta.
A los niños que se quedan solos en las chacras o que andan
así por los caminos. ¿Cómo puede un niño resistir el deseo
de adueñarse, por ejemplo de una gallina blanca con
primorosos pollitos, que de pronto se les aparecen y entran
en el bosque?, ¿O de coger un pajarito de bello plumaje que
se detiene junto a él y entra luego en el bosque suavemente
cantando?, ¿O de seguir a su padre, madre u otro pariente
(que no son tales sino el diablo convertido en ellos), que
de improviso se les presentan? Ya en el interior del bosque,
el Chulla Chaqui recobra su horrible figura de diablo y
cuelga a sus víctimas de los cabellos en las ramas de los
árboles más altos, tirándoles de las orejas, burlándose,
riéndose de ellos.
*****
Diablillo
o duende de la Selva: El Chullachaqui (Definición 2)
Selva del Perú.
de:
http://leyendas-peru.blogspot.pe/2012/10/el-chullachaqui-definicion-2.html
Duende o diablillo de selva, pequeño de estatura, viste
siempre una cushma [vestido de indígenas] o ponchito
[jacqueta serrana] colorado cuando va a trabajar a su chacra
o anda de paseo. Puede transformarse tomando la forma o
figura de cualquier persona o animal, cuando quiere atrapar
una nueva y bella doncella y hacerla perder en el monte para
siempre. Se cuenta que las personas perdidas en la selva
suelen encontrarlo.
El Chullachaqui no vuelve aparecer en el mundo real, y su
víctima pasa a formar a las legiones de duendes de este
diablillo, de las cuales es el jefe absoluto. En lo profundo
de la selva posee chacras donde cultiva sus alimentos, que
resultan ser plantas venenosas similares a la papa, la yuca
y otros vegetales alimenticios.
Si fuéramos a la selva y encontráramos allí a un familiar u
otro ser querido casualmente y sin razón alguna, debemos ser
precavidos. Porque, seguramente, el Chullachaqui toma esa
forma para hacernos perder en el monte y solo podemos
escapar de su “encantamiento”, si logramos descubrir que su
pie izquierdo tiene la forma de una pata de cabra. Es raro
pero también se cuenta que pueden tener su pie en forma de
patas de otro animal, o incluso un pie humano vuelto hacia
atrás.
Los
Diablos del Monte: un cazador con sus presas
Selva del Perú.
de:
http://leyendas-peru.blogspot.pe/2012/10/los-diablos-del-monte.html
Don Lobo, un experto montaraz, iba casi a diario cazar
Huanganas en un monte lejano y solitario. En la búsqueda de
los cerdos salvajes, encontró un día, un bosque de wicungos
con sus frutos ya maduros, frutos que son el alimento
predilecto de estos animales salvajes. Los recogió
pacientemente y llenó su bolsa de chambira.
En el suelo, quedaban aún las frescas pisadas de las
Huanganas. (Son de una gran manada), se dijo a sí mismo don
Lobo. Esa información fue suficiente para él y retornó a su
casa contento de su suerte. Al día siguiente regresó al
mismo lugar para levantar una barbacoa, una especie de
altillo, desde donde dispararía a sus presas.
Como era un experto, no tardó demasiado tiempo en construir
la barbacoa. Sacó sus pertrechos de caza. Sus cartuchos
envueltos en un plástico, su infaltable cigarro siricaypi y
su linterna de cuatro pilas. Su cuchillo nuevo de cocina
brillaba en lo alto.
Después de regar los wicungos debajo del árbol, el montaraz
se subió a la barbacoa y templó rápidamente su mosquitero
viendo que los zancudos aparecían por miles. Y antes de
entrar a refugiarse de los insectos frotó su cuerpo con unas
hierbas hediondas, para que los animales no sientan su
presencia.
Y mientras esperaba la llegada de la manada de Huanganas,
pensó: “Si vienen cien Huanganas en la manada, trataría de
matar sólo cincuenta", se decía emocionado, pero los cerdos
no llegaban, y seguía hablándose a sí mismo: “con cincuenta
tengo para sacar quinientos soles, si es que me pagan a diez
cada una. Más las pieles, que los venda a tres soles nomás,
son ciento cincuenta, sumando obtendría seiscientos
cincuenta, hasta les podría hacer una rebajita..."
Sacando sus cuentas, el montaraz, ocupaba su mente en la
soledad del monte. Pero, los animales no aparecían y la
noche avanzaba, felizmente para Don Lobo la luna alumbraba
el bosque con su luz amarilla y en los claros era fácil
distinguir a cualquier animal.
De pronto, comenzó a percibir el griterío de los animales.
“¡Ya vienen!", se alegró el montaraz.
Inmediatamente preparó su arma. Cargó su linterna con las
pilas nuevas que había comprado en la bodega, y por una
rendija del mosquitero, con el cañón del arma hacia afuera,
espiaba atento cualquier movimiento.
Repentinamente los gritos se alejaron, al parecer, las
Huanganas habían elegido otro wicungal ese día.
Al poco rato, le sobrevino un sueño al cazador, y para no
dormirse encendió su cigarro. Y ocupó su mente otra vez para
no caer en los brazos de Morfeo. “Con la plata de la venta,
me compraré dos pashnas preñadas. Que nazcan, pues, seis de
cada parto, tendría doce, más las dos madres, tendría
catorce. Cuando crezcan y se empreñen, nacerán..."
A las doce de la noche, cuando cabeceaba de cansancio, unos
gritos extraños le despertaron. Él sabía que las voces no
eran de las Huanganas, ni de los Sajinos, era ya muy tarde
para que sean ellos, por eso prestó mayor atención. Después
de unos minutos vio, que por el camino de los cerdos, se
acercaban hacia él varios hombres, humanos como nosotros,
vestidos de negro y con el rostro cubierto hasta la nariz
por un trapo rojo.
Se sentaron debajo del altillo. Prendieron sus lámparas y
sobre una mesa improvisada comenzaron a jugar a las cartas.
Apostaban bastante dinero. Jugaban con monedas que brillaban
como si fueran de oro.
Don Lobo, un hombre que no le tenía miedo al monte, ahora sí
que empezaba a asustarse. Pero, lo que le daba valor era que
los extraños no se habían dado cuenta de su presencia.
Terminado el juego se entretuvo escuchando durante horas
algunas historias de cómo esos hombres se habían perdido en
la inhóspita selva. Contaban, con lujo de detalles, lo que
les había pasado. Uno de ellos contó que encontró en su
camino a un hombre que le hizo perder en el bosque con
mentiras de encontrar mejor caza en la falda de un cerro.
Otro contó que una manada de tigres negros comenzaron a
perseguirle día y noche, pero que, aparentemente no le
querían comer, sino asustar.
[Llegan diablos]
El montaraz, que ya estaba a punto de dormirse cuando
llegaron los diablos, se despertó del todo al oír una
historia que le impresionó, dijo el hombre, que regresando
de mantear, sus perros lo desconocieron y comenzaron a
ladrarle como si fuera un extraño. Dijo que trató de
conquistarles con caricias, pero los canes no permitían que
se acerque.
Entonces no tuvo más remedio que hacer uso de su arma y
matarlos. Y al rato, después de estar muertos, los perros se
levantaron, y así heridos le perseguían todo rabiosos, y
cuando le alcanzaban le desgarraban las piernas a
mordiscones: Entonces, para escapar de los sanguinarios
perros se trepó a un árbol en donde esperó la noche, y se
salvó de los malditos canes cuando, por arte de magia,
desaparecieron al ver que unos hombres vestidos de negro
llegaban a jugar las cartas.
Don Lobo, ahora sí que estaba aterrorizado, pero, aún
pensaba. Al notar que el aguardiente se les había terminado
a los shapshicos, lanzó un chorro de orina haciendo caer
sobre la mesa de juego.
¡Vino del cielo!....... ¡Vino del cielo! - gritaban alegres
los diablos.
Y agarrando sus vasos trataban de embocar en el cañito. Los
hombres de negro se disputaban el líquido que luego tomaban
saboreándolo y como estaban borrachos ya no distinguían los
sabores.
Al llegar la madrugada, los diablos se despidieron citándose
para la próxima semana. Don Lobo, aún desconfiado, se bajó
de la barbacoa con la esperanza de que a alguien se le
hubiere caído, por lo menos una monedita. Su sorpresa fue
muy grande, debajo del árbol no había quedado ninguna huella
de gente extraña.
Entonces el montaraz regresó a su casa preocupado. Y antes
que llegara a sus linderos sus perros comenzaron a ladrarle
y a morderle las piernas como si no le conocieran. Entonces
Don Lobo no tuvo más remedio que matarlos y regresarse al
monte.
Selva:
Una curación liberando del diablo de la selva: el
Chullachaqui
Selva del Perú.
de:
http://leyendas-peru.blogspot.pe/2012/10/el-chullachaqui.html
Calixto, era un joven que residía en la zona rural, muy
distante del pueblo. Todos los fines de semana iba a vender
sus productos agrícolas y se hospedaba donde su tío. El
lunes muy temprano retornaba por un angosto camino que le
conducía hasta su casa, atravesando un amplio monte lleno de
animales peligrosos.
No tenía miedo, era valiente, un fin de semana se adelantó
en volver, era "domingo siete". -Calixto, quédate, es un día
malo... -dijo su tío. El joven hizo caso omiso a la petición
de su tío. Arribó al atardecer a su casa y escuchó silbar a
las perdices al filo de la chacra, cogió su escopeta y se
fue a cazar.
De inmediato llegó al lugar, con mucha precaución se fue
acercando donde las escuchó gritar, la última vez. Avanzaba
agazapado, vió moverse una rama. Efectivamente allí estaban
posadas, levantó la escopeta, apuntó y disparó en el bulto.
Las aves volaron y una cayó al suelo, estaba buscando y
escuchó que algo pataleaba, la perdiz daba sus últimos
momentos de vida, arrimó su escopeta a un árbol.
Cuando se proponía levantar la presa, apareció un ser
exótico muy raro que le impidió el paso. Se quedó turulato,
era algo inaudito. El ser extraño era enano, panzoncito, los
dientes negros y sobresalientes, completamente peludo como
un oso, tenía una melena larga que llegaba hasta el suelo,
un pie al revés, y usaba hojas como vestido, en realidad era
horrible.
El pequeño hombrec1illo agarró al joven para morderlo y se
pusieron a pelear, después de una ardua riña aprovechó un
descuido, de su adversario, propinándole un fuerte golpe, de
inmediato le soltó. Con mucha agilidad saltó donde estaba su
escopeta y disparó contra el extraño en todo el vientre. El
enanito cayó de espalda al suelo, las tripas se le
chorreaban y tenía que metérselas en su lugar.
Calixto al ver esa escena botó su escopeta y se olvidó de la
perdiz, corrió pidiendo auxilio. Llegó a su casa botando
espuma por la boca, subió dos gradas y cayó desmayado al
piso de emponado.
-¡Mujer, algo estraño le ha sucedido a Cali!, sale a la
puerta y encuentra tirado a su vástago, se asusta al verle
en ese estado, llama a su mujer, busca su zapato, atiende al
desmayado, coge su machete y el candil. ¡Cuida de cali, iré
en busca del curandero!.
Al cabo de un cierto tiempo llegaron los dos hombres. El
curandero se ocupó del joven tomándole el pulso. -Pronto
estará bien. El curandero se puso a fumar su cachimbo, y con
el humo iba soplando por la cabeza y resto del cuerpo de
Calixto, que permanecía echado en el emponado, sin poder
hablar. Hizo tres veces la misma operación. - Ya está
curado. -¿Qué ha tenido? -preguntó el padre. -¿Qué ha
sufrido mi hijito?... -la madre se pasea por el emponado.
-Señor -se sentó y se dibujó una sonrisa irónica en el
rostro-, fue el chullachaqui que le asustó. -¿El
chullachaqui? -repitieron los padres.
Fuera de casa, el curandero narró como sucedió. Los padres
se asombraron. -El chullachaqui es el diablo de la selva,
les aparece a todas las personas que no creen en Dios, o no
están bautizados, el muchacho estará bien, ya pasó todo el
peligro. Al día siguiente relató a sus padres, igual como
había narrado el curandero.
Luego se dirigió al lugar de lo ocurrido a recoger la
escopeta. El terreno donde lucharon estaba todo revuelto. Al
ave la estaban comiendo las hormigas y a un costado se
encontraba un pequeño tronco podrido con un agujero en
medio. -Regresemos a casa -dijo el padre-. Ahora pensemos en
los padrinos para bautizar a Cali. -Si, los padrinos -dijo
la Mujer. -No tengan miedo -dijo el maestro-. Sólo es un
cuento.
Una
diabla de la selva: La serpiente Yacumama en un lago
tranquilo
Selva: Puerto Maldonado.
Un pezcador detectó un lago tranquilo y quería pescar. Vino
el serpiente Yacumama del fondo y quería comerlo pero una
oración al Dios Todopoderoso provocó que la serpiente se
escondió otra vez al fondo por miedo.
de:
http://leyendas-peru.blogspot.pe/2012/10/la-yacumama.html
Tradición, mito o leyenda son los relatos que desde tiempos
inmemorables van de boca en boca entre los habitantes de la
selva, estremeciéndolos de pavor, especialmente en las
noches de luna cuando un abuelo los cuenta.
En lo profundo de un bosque impenetrable por su exuberante
vegetación, había un lago muy poco conocido por los que
vivían en las proximidades de ese lugar.
Simulaba ser sumamente tranquilo, apacible, en suma, un
remanso de paz; pero, lamentablemente era lo contrario.
Así lo aseveraban quienes habían llegado a él, pues sabían
que tenía "madre" y que ella celosamente cuidaba ese lugar,
persiguiendo sin piedad al que por desgracia se atrevía a
pescar en sus aguas.
Así llegó cierto día un pescador que siguiendo el curso de
un riachuelo desembocó en él; desde el primer momento que lo
vio, se sintió feliz porque creía que era el primero en
llegar y pensó: al fin podré realizar una "pesca milagrosa"
en esta laguna olvidada, que debe estar llena de peces.
Infelizmente no fue así; al penetrar en el lago, lo primero
que hizo fue ubicar un lugar para arrojar su tarrafa y
aunque se sentía intrigado por el movimiento del agua,
siguió remando confiado; pero el vaivén continuo de su
canoa, siguió preocupándole hasta que sintió que algo salía
del fondo del lago.
Rápidamente volvió para averiguar… ¿qué era eso?, y vio una
terrible cabeza, suspendida a casi un metro de altura sobre
la superficie del agua moviendo su monstruosa figura de
orejas paradas y sacando su lengua puntiaguda.
Inmediatamente dio vuelta su canoa, metió su remo con fuerza
hasta el fondo del agua para impulsarse mejor y en esos
instantes apremiantes para colmo de males, notó que las
plantas de la orilla venían a su encuentro, cerrándole el
pase como si obedecieran a no se qué designio; terriblemente
asustado, giró su cabeza para ver que ocurría con la fiera y
comprobó que ella le perseguía a toda velocidad.
En ese momento, aterrorizado levantó sus ojos al cielo y
clamó ayuda al Dios Todopoderoso, convencido que él no podía
hacer nada para librarse con vida de ese monstruo lacustre.
Y realmente, el Señor escuchó su súplica, porque
inexplicablemente cayeron al lago cuatro sachavacas peleando
y mordiéndose como fieras, produciendo un tremendo ruido.
Ese terrible estruendo asustó a esa serpiente, que no era
otra cosa que la terrible Yacumama, que velozmente se
sumergió en su lago.
Incomprensiblemente, las plantas acuáticas también volvieron
a su posición inicial y todo quedó en calma, pues hasta las
sachavacas se escaparon viendo a la horrible Yacumama.
El pescador que advertía estupefacto todo cuanto sucedía. No
quiso perder un segundo más, y se alejó de este fatídico
lago, antes que la Yacumama le cerrara el paso nuevamente.
Lamentablemente no llevó ni un solo pez, porque "la madre"
de esa laguna no quiso regalarle sus pacos, sardinas,
sábalos, bujurquis, lizas y gamitanas.
AI respecto, se cuenta que cuando alguna persona común se
acerca a las orillas y penetra a esos lagos encantados, se
desata sorpresivamente una tormenta infernal que hace
zozobrar la embarcación y la persona se ahoga
irremediablemente.